Artigos Científicos

Impacto de Imágenes Femeninas Presentadas por los Medios de Comunicación en Adolescentes Mujeres de la Región Metropolitana de Santiago de Chile

María Elena Larrain; et al

12 de agosto de 2014

Psykhe vol.22 no.1 Santiago mayo 2013

PSYKHE 2013, Vol. 22, N˚ 1, 29-41

 

Impacto de Imágenes Femeninas Presentadas por los Medios de Comunicación en Adolescentes Mujeres de la Región Metropolitana de Santiago de Chile

 

Impact of Female Images Presented by the Mass Media on Female Adolescents From the Metropolitan Region of Santiago, Chile

 

María Elena Larrain, Montserrat Arrieta, Yasna Orellana y Beatriz Zegers

Universidad de los Andes


El objetivo del estudio fue explorar si la imagen corporal de adolescentes mujeres se ve afectada por las imágenes presentadas por los medios de comunicación. Interesaba conocer si existían diferencias en el impacto medial según edad, nivel socioeconómico (NSE) del colegio, curso, tipo de colegio (femenino/mixto) y régimen del mismo (religioso/laico). Se aplicó el cuestionario IMAMIF (Larrain, Camus, Orellana & Arrieta, 2009) a una muestra por conveniencia de 923 adolescentes mujeres de 12 establecimientos educacionales de Santiago de Chile pertenecientes a 7º básico y 1º y 3º medio. Se usó la prueba de Kruskal-Wallis para detectar posibles diferencias en el puntaje total del instrumento y sus dimensiones Objetivación Corporal, Dieta Patológica y Disconformidad Corporal y luego pruebas post-hoc para direccionar estas diferencias. En la dimensión Objetivación Corporal las adolescentes de colegios de NSE bajo obtienen puntajes más altos y las niñas de 7º básico puntúan más bajo que las de enseñanza media. Finalmente, las jóvenes de colegios religiosos femeninos puntúan más bajo que las de colegios religiosos mixtos, laicos femeninos y laicos mixtos.

Palabras clave: adolescencia, imagen corporal, medios de comunicación


The purpose of this study was to explore if body image among female adolescents is affected by the images that the mass media presents. The interest was to identify any differences in media impact related to age, socioeconomic status (SES), grade, school type (female/coeducational) and school regime (religious/non-religious). The IMAMIF questionnaire (Larrain Camus, Orellana, & Arrieta, 2009) was applied to a convenience sample of 923 7th, 9th, and 11th grade teenage female high-school students from 12 schools in Santiago, Chile. The Kruskal-Wallis test was used to establish possible differences in the total score and in the Body Objectification, Pathological Diet and Body Dissatisfaction dimensions. Post hoc tests were used to explore the direction of these differences. Teenagers from the lowest SES obtained higher scores on the Body Objectification dimension and 7th grade girls displayed lower scores compared to 9th and 11th grade ones. Finally, girls from single-sex religiously-oriented schools scored lower than those from coeducational religiously-oriented schools and from both single-sex and coeducational non-religious schools.

Keywords: adolescence, body image, mass media


 

El ideal corporal femenino ha cambiado históricamente (Dwyer, 2004; Grogan, 2008; Larrain, 2007) por la influencia mutua entre factores socioculturales, el contenido del ideal del yo y las instituciones sociales (Blos, 1979). Estos ideales, promovidos por los medios de comunicación, la moda y la industria cosmética, influyen sobre la imagen corporal. La mujer contemporánea está expuesta a la presión emanada de cánones irreales de belleza establecidos por el bombardeo mediático que constituyen ideales del ser (Bonelli, 2007; Grogan, 2008; Marrodán et al., 2008; Ramos, Rivera & Moreno, 2010) y que se asocian con riesgos físicos y mentales (Dittmar, 2005; Dittmar & Howard, 2004; Erkolahti, Ilonen, Saarijärvi & Terho, 2003; Franzoi & Klaiber, 2007; Monro & Huon, 2005; Rivarola & Penna, 2006; Tiggemann & Lynch, 2001; Wykes & Gunter, 2005). Estudios experimentales y correlacionales (Grabe, Ward & Hyde, 2008) muestran que la exposición a estas imágenes aparece ligada a una disconformidad corporal generalizada, independiente de cómo se evalúe, del tipo de medio, edad u otras características idiosincráticas. Por esto, es relevante estudiar la vinculación entre el desarrollo de la imagen corporal y el mensaje mediático actual, contribuyendo así a la implementación de medidas preventivas de distorsiones y patologías asociadas.

El objetivo de este estudio fue explorar si la imagen corporal de adolescentes mujeres se ve afectada por las imágenes propuestas por los medios de comunicación. Se buscaba conocer si existían diferencias en el impacto medial según edad, nivel socioeconómico (NSE), colegios femeninos/mixtos y colegios religiosos/laicos, considerándose la pertenencia a colegios femeninos con ideario religioso como factores potencialmente protectores (American Psychological Association [APA], 2007; Shah & Conchar, 2009). Este trabajo se fundamenta en la teoría comunicacional del cultivo (Gerbner, 1969), que sostiene que la exposición a mensajes forja una visión del mundo, valores y perspectivas que se adquieren desde la infancia. La teoría del aprendizaje social y el mecanismo cognitivo del influjo aportan a la comprensión del nexo descrito.

Desarrollo de la Imagen Corporal y Estándares Culturales

En 1920 Schilder definió la imagen corporal como un constructo perceptual que refleja las actitudes e interacciones con otros (Grogan, 2008). Orbach (2006) enfatizó la tendencia de los medios y la moda a presentar cuerpos delgados y eróticos/sensuales, asociados a productos que conducen a un ideal femenino irreal. Turner (2003) acuñó el término sociedad somática por la importancia que actualmente se le atribuye al cuerpo. Wykes y Gunter (2005) agregan que es la misma mujer y su cuerpo lo que está a la venta.

La imagen corporal es un constructo multifacético e incluye más que peso y forma. Alude a percepciones y actitudes en relación al propio cuerpo e incorpora pensamientos, creencias, sentimientos y comportamientos; se forma tempranamente, es subjetiva (Grogan, 2008) y se vincula a la autoestima, estabilidad emocional y percepción e interacción con el medio socio-cultural (Wykes & Gunter, 2005). Las niñas aprenden directa y vicariamente a sobrevalorar su apariencia. Adquieren una autoconciencia aguda de que la percepción de los demás puede determinar el trato que reciben y que esa evaluación afectará sus éxitos económicos y sociales (Roberts & Gettman, 2004; Tiggemann & McGill, 2004). La presentación de comportamientos poco sanos rodeados de glamour (por ejemplo, excesiva erotización, consumo de sustancias y delgadez/dietas) puede contribuir a fantasías narcisistas sobre el ideal corporal (Brown & Witherspoon, 2002).

El desarrollo de una autoconciencia centrada en la apariencia más que en la salud aumenta la probabilidad de presentar emociones negativas, vergüenza, ansiedad, ánimo negativo, disconformidad corporal, comparación constante, comportamientos sexuales riesgosos y falta de asertividad sexual (Cruzat et al., 2010; Dittmar & Howard, 2004; Melbye, Tenenbaum & Eklund, 2007). Se aprecia un aumento de la sexualización de niñas y mujeres desde la década de los 90 (APA, 2007), fenómeno definido como objetivación corporal, el que incide en la búsqueda de hacer más llamativa y sugerente la apariencia física (Melbye et al., 2007; Slater & Tiggemann, 2002; Tiggemann & Andrew, 2012; Tiggemann & Slater, 2001). Se plantea que las mujeres internalizan en distintos grados los estándares físicos culturales y la sexualización del cuerpo (Calogero, 2004; Fredrickson & Roberts, 1997; Roberts & Gettman, 2004; Tiggemann & Lynch, 2001). La presión por alcanzar un cuerpo sensual se asocia a mayor aprobación, disposición a someterse a cirugías reductivas, liposucción y cirugía mamaria (Wykes & Gunter, 2005; Zhang et al., 2011). Un estudio longitudinal de dos años en Estados Unidos encontró que la exposición a imágenes que objetivan sexualmente el cuerpo femenino en televisión predice la auto-objetivación en universitarias por espacio de un año (Aubrey, 2006). Stokes y Recascino (2003) encontraron en mujeres adultas de Estados Unidos una correlación directa entre sentimientos de alegría, adecuación corporal, atractivo sexual, preocupación por el peso y condición física. Ward (2002) vincula la objetivación corporal con el acoso sexual, la falta de asertividad sexual frente al trato masculino, un reducido interés por las relaciones sexuales y actitudes negativas hacia la menstruación y lactancia materna (APA, 2007).

El núcleo del esquema corporal poco realista es la discrepancia entre la evaluación del propio cuerpo y el ideal corporal (Grogan, 2008). Se produce, en parte, por los dictámenes culturales de un cuerpo perfecto más delgado que el criterio establecido para el diagnóstico de anorexia (Halliwell, Dittmar & Howe, 2005). Abarca pensamientos, conductas y emociones negativos y disfuncionales respecto de la propia figura y peso que interfieren en la interacción y procesamiento de información externa e interna, al confirmar o refutar las propias apreciaciones (Garner, 2002). Estudios prospectivos, longitudinales y de meta-análisis en Estados Unidos han establecido sistemáticamente que la exposición medial contribuye a la baja autoestima, depresión y obesidad, porque promueve la disconformidad corporal, factor de riesgo importante para comportamientos de dieta o atracones (Anderson, Huston, Schmitt, Linebarger & Wright, 2001; Grabe et al., 2008; Grabe, Hyde & Lindberg, 2007; Haines & Neumark-Sztainer, 2006).

A menor edad la disconformidad corporal es mayor, según estudios realizados en Inglaterra y Pakistán (Mumford & Choudry, 2000). Plaza (2007) indica que la insatisfacción entre los 18 y 20 años se relaciona con patrones de delgadez/sensualidad adoptados como normativos y centrales en la aceptación social. La discrepancia en la evaluación del propio cuerpo surge en la pubertad, aunque las preocupaciones en torno al peso y forma se dan a distintas edades y en ambos sexos (Grogan, 2008; Myers & Crowther, 2009). Cordella (2010) reporta casos de niñas de 10 años que hacen dietas o sufren de bullying por su apariencia corporal. En su encuesta sobre conducta alimentaria en adolescentes mujeres de la Región Metropolitana de Chile, el Centro de Estudios de Opinión Ciudadana de la Universidad de Talca (2008) afirma que niñas a temprana edad (8-13 años) inician su primera dieta y que un 47,3% de ellas no está conforme con su cuerpo. Un estudio con 428 adolescentes de Estados Unidos encontró que un 50% de niñas escolares reportó insatisfacción con sus cuerpos (Bearman, Presnell, Martinez & Stice, 2006). Grabe et al. (2008) indican que la disconformidad corporal entre mujeres jóvenes en Estados Unidos alcanza un 50% con consecuencias a nivel de dietas y salud mental vinculados a trastornos alimentarios (Moreno & Ortiz, 2009; Schwartz & Brownell, 2004; Stice & Whitenton, 2002), disfunciones sexuales, depresión, baja autoestima y ansiedad corporal (Cruzat et al., 2010; Frederickson & Roberts, 1997; Myers & Crowther, 2007, 2008; Stice & Whitenton, 2002; Tiggemann & Slater, 2004).

La evidencia no es unívoca en cuanto a los efectos de los medios sobre la internalización del ideal corporal (Hawkins, Richards, Mac Granley & Stein, 2004; Jones, Vigfusdottir & Lee, 2004; Tiggemann, 2004). Sin embargo, el informe de la APA (2007) enfatiza que el marketing agresivo que presenta a las adolescentes como objeto sexual incide en generar disconformidad corporal y estrategias de dieta patológica y sugiere que la investigación profundice en estos aspectos.

Impacto Medial Sobre la Imagen Corporal

La teoría comunicacional del cultivo (Gerbner, 1969) y del aprendizaje social permiten comprender la influencia de los medios, el modo de procesamiento de la información, las vías por las que se invocan emociones/motivaciones y los mecanismos mediante los cuales se consigue modelar/condicionar comportamientos de audiencias pasivas, activas o selectivas (Grogan, 2008; Gunter, Oates & Blades, 2005).

La teoría comunicacional del cultivo sostiene que la exposición a mensajes forja una visión del mundo, valores y perspectivas adquiridos desde la infancia. Define que el influjo de los medios, en particular de la televisión, se mezcla sutilmente con otros y distingue entre audiencias más o menos expuestas (heavy viewers/light viewers; Gerbner, Gross & Morgan, 2002). La hipótesis central es que las audiencias más expuestas perciben el mundo y la realidad en concordancia con la absorción de los contenidos del sistema de mensajes, imágenes y patrones estables recibidos y no pueden escapar a este influjo gradual. Estudios enmarcados en esta teoría (Shanahan & Morgan, 1999; Shrum, 2007) discuten si la televisión conserva el impacto soslayado, dada la proliferación de canales, medios electrónicos, digitales y uso de internet, y vislumbran la influencia de la televisión interactiva. Sin embargo, se mantiene el planteamiento de que cambios sutiles pero continuos y persistentes en el cultivo de creencias y valores pueden alterar el clima cultural de una sociedad (Gerbner et al., 2002). Ward y Friedman (2006) en una investigación con 244 adolescentes en Long Island (New York) muestran que la mujer es vista como objeto sexual y el sexo es considerado deseable tempranamente en una relación.

El modelo del cultivo puede complementarse con la hipótesis de la discrepancia cognitiva, que intenta ser reducida como parte de los mecanismos de auto-regulación formulados por las teorías de aprendizaje social. El aprendizaje vicario y el modelaje simbólico observacional son claves en este proceso (Bandura, 2001).

En concordancia con la teoría del cultivo, se plantea que las personas modifican su comportamiento en función del nivel de motivación, significado e importancia atribuida al mensaje recibido (Wykes & Gunter, 2005). A mayor motivación con lo observado mayores son la absorción y acomodación del comportamiento (Gunter et al., 2005). Wykes y Gunter (2005) indican que el impacto medial sobre la imagen corporal se asemeja al de la violencia criminal, por la presión ejercida para condicionar particularmente a las adolescentes (Dittmar, Halliwell & Stirling, 2009; Grogan, 2008), y al efecto de la violencia en los medios sobre el comportamiento agresivo (Anderson et al., 2004). Al identificarse con las imágenes delgadas y sexualmente atractivas, surgen pensamientos, sentimientos y conductas que buscan adecuarse a lo observado, con efectos potencialmente autodestructivos.

Continúa en discusión el efecto del impacto mediático, porque las audiencias son activas y poseen esquemas de interpretación en función de su biografía, raza, edad, clase social y género que autorregulan los mensajes percibidos. En su meta-análisis de 77 estudios Grabe et al. (2008) sugieren una vinculación entre la exposición a medios de comunicación, desórdenes de la imagen corporal femenina, internalización de creencias y valores sobre el cuerpo como un objeto sexual, acoso sexual y autoconciencia corporal. Recomiendan investigación longitudinal que determine los efectos a largo plazo de esta exposición. Afirman que los estudios experimentales han aportado información relevante sobre la causalidad, aunque se les critica su artificialidad (Tiggemann & Slater, 2004). Los estudios correlacionales presentan la ventaja del reporte natural del uso de los medios, pero no permiten esclarecer qué causa la disconformidad corporal: el ideal corporal, una pobre imagen corporal antecedente u otro factor que crea ambas condiciones. Además, indican que, aunque mejoran la validez de los hallazgos experimentales, no permiten la identificación de las contribuciones futuras del impacto de los medios al desarrollo negativo de la imagen corporal (Grabe et al., 2008).

A pesar de la vinculación descrita, se sugiere que quienes han desarrollado una identidad sana, sentimientos realistas hacia su cuerpo y autoestima positiva son menos vulnerables al impacto y más capaces de una autorregulación por la percepción ajustada de sí (Akhtar, 2003; Facchini, 2006; Grogan, 2008; Holmqvist & Frisén, 2012; Larrain, 2012).

El presente estudio y la construcción del instrumento utilizado se basan en la teoría del cultivo. El mecanismo cognitivo del influjo sigue el descrito en la teoría del aprendizaje social. La hipótesis fue que aquellas adolescentes pertenecientes a colegios femeninos y religiosos (APA, 2007; Lickona, 1991; Shah & Conchar, 2009) son menos impactadas por las imágenes transmitidas por los medios de comunicación. Se consideraron las variables tipo y régimen escolar, con el fin de estudiar la relación entre ideario educativo, educación mixta o separada según sexo y valor del cuerpo (Castilla & Cortázar, 1997; Salomone, 2003). No se formularon hipótesis acerca del impacto de los medios según edad y NSE, pero fueron variables consideradas para explorar su influencia en dicho impacto (Swami, Knight, Tovée, Davies & Furnham, 2007; van den Berg, Mond, Eisenberg, Ackard & Neumark-Sztainer, 2010).

Método

El estudio fue cuantitativo, con diseño no experimental, transversal y correlacional.

Participantes

La población del estudio fueron las adolescentes femeninas de entre 11 y 18 años asistentes a establecimientos educacionales de la Región Metropolitana de Santiago de Chile.

La muestra se construyó por concatenación de una obtenida en 2008, conformada por 710 jóvenes para la validación del instrumento utilizado en esta investigación (Escala de Impacto de las Imágenes Femeninas Presentadas por los Medios de Comunicación Sobre Adolescentes Mujeres [IMAMIF]; ver más adelante), y una segunda muestra de 365 jóvenes obtenida en 2009 para la estimación del punto de corte del mismo cuestionario. En ambos casos el muestreo fue no probabilístico, por accesibilidad a los establecimientos educacionales, vía carta formal al director explicando el proyecto. Los criterios de inclusión de los colegios fueron: tipo (mixto/femenino), régimen (laico/religioso) y NSE del establecimiento según designación del Sistema de Medición de la Calidad de la Educación (Chile, Ministerio de Educación, 2004). La muestra incluyó a todas las alumnas de todos los cursos de 7º básico, 1º y 3º medio de los 12 establecimientos que aceptaron participar.

Se analizaron los datos de 923 adolescentes mujeres. El promedio de edad fue de 14,4 años (DE = 1,76). Las jóvenes de 7º básico (32,7%) tenían entre 11 y 15 años, con una media de 12,33 (DE = 0,58), las de 1º medio (33,9%), entre 13 y 17, con una media de 14,45 (DE = 0,65) y las de 3º medio (33,4%), entre 15 y 18 años, con una media de 16,40 (DE = 0,60). La Tabla 1 muestra la distribución por régimen y tipo de establecimiento, según NSE. Se aprecia que en el NSE alto hay una mayor proporción de colegios femeninos que en los otros NSE.

Tabla 1

Distribución de la Muestra por Régimen y Tipo de Establecimiento, Según NSE

Hubo una pérdida del 14,1% de las unidades de muestreo (152 adolescentes) por datos de identificación incompletos y/o respuestas nulas en el IMAMIF. El promedio de edad de estas adolescentes fue de 14,11 años (DE = 1,71). Al comparar la muestra analizada con los casos perdidos, solo hubo diferencias significativas en la distribución por curso, Z(N1 = 152, N2 =923) = 2,14, p = 0,032; no así por edad, t(1073) = 1,89, p = 0,059, NSE,Z(N1 = 152, N2 =923) = 0,49, p = 0,628, tipo, Z(N1 = 152, N2 =923) = -1,38, p = 0,169, o régimen, Z(N1 = 152,N2 =923) = 1,37, p = 0,170.

Instrumento

Se empleó la Escala IMAMIF. Este cuestionario de 45 reactivos, construido por Larrain et al. (2009), mide el impacto de los medios de comunicación sobre el ideal corporal femenino a través de tres dimensiones: Disconformidad Corporal (DC), Dieta Patológica (DP) y Objetivación del Cuerpo (OC), conformadas por 17, 16 y 12 ítems, respectivamente. Ejemplos de reactivos son: "Hago dieta a menudo, para conseguir un cuerpo que luzca bien con la ropa que está de moda", "Pienso que mi cuerpo es más grande y grueso en comparación con mis amigas" y "Uso prendas que hacen lucir mi cuerpo". DC es la discrepancia suscitada por los mensajes transmitidos por los medios de comunicación que estimulan implícitamente la evaluación negativa del propio cuerpo si este no se ajusta al ideal propuesto (Myers & Crowther, 2007, 2008; Tiggemann & Slater, 2004). DP alude a planes de disminución de ingesta alimenticia de tipo restrictivo, por un deseo de perder peso o de lograr un tipo corporal distinto, para ser aceptada por los pares del mismo sexo o del contrario (Ricciardelli & McCabe, 2001). OC se refiere al grado de internalización de los estándares físicos culturales que hace que el valor de una persona provenga de sus atributos sexuales con exclusión de otras características (APA, 2007; Melbye et al., 2007; Roberts & Gettman, 2004; Tiggemann & Lynch, 2001). Los reactivos se responden en una escala Likert con cinco niveles, desde 1 (nunca) hasta 5 (siempre). El puntaje total fluctúa entre 45 y 225 puntos. A mayor puntaje mayor impacto de las imágenes femeninas presentadas por los medios de comunicación en cada una de las dimensiones. El cuestionario es autoadministrado, de aplicación colectiva o individual y toma aproximadamente 45 minutos. La validez de constructo fue evaluada por medio de análisis factorial exploratorio y los tres factores explicaron un 84,1% de la varianza de las variables subyacentes al instrumento. Su consistencia interna, según alfa de Cronbach, fue de 0,97 (Larrain et al., 2009).

Procedimiento

La aplicación del instrumento fue grupal, supervisada por psicólogos capacitados por el equipo investigador, en las salas de clases durante la jornada escolar. En 2008 se aplicaron a 710 adolescentes y en 2009 a 365. Las participantes entregaron por escrito nombre del colegio, curso, fecha de nacimiento y firmaron un asentimiento informado.

Análisis de Datos

Se realizó un análisis exploratorio de los datos para validar la información recolectada, revisando la presencia de valores atípicos o datos faltantes. Luego se ejecutó un análisis descriptivo de las variables estudiadas. Posteriormente se aplicó la prueba de Kruskal-Wallis para establecer la existencia de posibles diferencias a nivel del puntaje total y de las dimensiones, de acuerdo a los factores curso, tipo, régimen de colegio y NSE del establecimiento. Finalmente se aplicaron pruebas post-hoc de comparaciones de pares: Bonferroni-Dunn para identificar los niveles de los factores en los que había diferencias y/o el test de tendencia de Cuzick para establecer la dirección de estas diferencias.

Resultados

Los puntajes totales del IMAMIF se distribuyeron asimétrica y positivamente. Los puntajes mínimo y máximo fueron 45 y 214, respectivamente, con una mediana de 90 y un rango intercuartil (RI) de 50 puntos. Las medianas de cada dimensión fueron: 35 en DC (RI = 21), 31 en DP (RI = 21) y 24 en OC (RI = 13).

Los resultados de la prueba de Kruskal-Wallis permiten establecer que existen diferencias en el puntaje IMAMIF según NSE del colegio, H(2, N = 923) = 7,99, p = 0,018. En la Tabla 2 se aprecia que las adolescentes de colegios de NSE bajo puntuaron más alto que las de colegios de NSE medio y alto. Según las pruebas post-hoc de comparaciones de pares de Bonferroni-Dunn, hubo diferencia entre las jóvenes de colegios de NSE bajo y medio (D = 59,73, p = 0,003) y entre las de colegios de NSE bajo y alto (D = 37,35, p = 0,044). No hubo diferencia entre las adolescentes de colegios de NSE alto y medio (D = 22,38, p = 0,148). Sin embargo, dicha diferencia se observó solo en OC, siendo este puntaje mayor en las adolescentes de colegios de NSE bajo, respecto de las de colegios de NSE medio (D =101,79, p < 0,001) y alto (D = 52,36, p = 0,008) y mayor en las de colegios de NSE alto respecto de las de colegios de NSE medio (D = 49,43, p = 0,011). No hubo diferencias por NSE del colegio en las dimensiones DP (D = 2,85, p = 0,241) y DC (D = 4,67, p = 0,097).

Tabla 2

Mediana y Percentiles 25 y 75 del Puntaje IMAMIF y sus Dimensiones, Según NSE del Establecimiento

Nota. Los percentiles 25 y 75 se presentan entre paréntesis.

La prueba de Kruskal-Wallis indicó que existen diferencias en los puntajes IMAMIF según curso, H(2, N = 923) = 21,70, p < 0,001. La prueba de tendencia de Cuzick indicó que las niñas de 7º puntuaron más bajo que las de 1º y estas, más bajo que las de 3º (Z = 4,23, p < 0,001; Tabla 3). Esta direccionalidad se mantuvo en las dimensiones OC (Z = 2,92, p = 0,004) y DC (Z = 5,25, p = 0,001). En el caso de DP, las pruebas post hoc de comparaciones de pares de Bonferroni-Dunn indicaron diferencias entre las de 7º y 1º (D = 51,99, p = 0,008) y entre las de 7º y 3º (D = 57,30, p = 0,004), pero no entre las de 1º y 3º (D = 5,32, p = 0,402).

Tabla 3

Mediana y Percentiles del Puntaje IMAMIF y sus Dimensiones, Según Curso

Nota. Los percentiles 25 y 75 se presentan entre paréntesis.

Según la prueba de Kruskal-Wallis, no se encontraron diferencias por régimen educacional ni en los puntajes IMAMIF, H(2, N = 923) = 0,29, p = 0,591, ni en sus dimensiones DP, H(2, N = 923) = 0,96, p = 0,327, DC, H(2, N= 923) =1,42, p = 0,233, y OC, H(2, N = 923) = 1,33, p = 0,248. Tampoco se encontraron diferencias según tipo de colegio, ni en el IMAMIF, H(2, N = 923) = 0,75, p = 0,386, ni en las dimensiones DP, H(2, N = 923) = 0,44, p = 0,507, y OC, H(2, N = 923) = 1,95, p = 0,163, salvo en DC, H(2, N = 923) = 4,07, p = 0,044, en que los colegios femeninos puntuaron más alto.

La interacción entre régimen educacional y tipo de colegio, aplicando la prueba de Kruskal-Wallis, no mostró diferencias en los puntajes IMAMIF, H(2, N = 923) = 1,21, p = 0,751, ni en las dimensiones DP, H(2, N = 923) = 2,24, p = 0,524, y DC, H(2, N = 923) = 5,98, p = 0,113. Sí hubo diferencias en las puntuaciones de la dimensión OC, H(2, N = 923) = 7,87, p = 0,048 (ver Tabla 4). Las pruebas post-hoc de comparaciones de pares de Bonferroni-Dunn indicaron que las adolescentes de colegios religiosos-femeninos puntuaron más bajo que las de colegios religiosos-mixtos (D = 62,77, p = 0,006), laicos-femeninos (D = 54,98, p = 0,009) y laicos-mixtos (D = 43,97, p = 0,045).

Tabla 4

Mediana y Percentiles del Puntaje IMAMIF y sus Dimensiones, Según Régimen y Tipo de Establecimiento

Nota. Los percentiles 25 y 75 aparecen entre paréntesis.

Discusión y Conclusiones

Dos de los resultados centrales del estudio son que las niñas de colegios de NSE bajo puntúan más alto en el IMAMIF, específicamente en OC, que las de colegios de NSE medio y alto. Por otro lado, las niñas de 7º básico obtienen puntajes más bajos en el IMAMIF y en las dimensiones OC y DC que las de 1º y 3º medio. Los puntajes más altos en la dimensión OC entre adolescentes de colegios de NSE bajo y cursos superiores podrían vincularse con el inicio de la actividad sexual reportado en ese nivel (González, Molina, Montero, Martínez & Leyton, 2007) y con la percepción del cuerpo como un objeto erótico. En Chile el inicio de las relaciones sexuales de las adolescentes mujeres se encuentra entre los 15,7 y 17,3 años (Dides, Benavente & Morán, 2008; González et al., 2007). Las adolescentes mayores con cuerpos consolidados que se concentran en atraer al otro sexo y en la evaluación de los demás posiblemente sean más permeables al influjo mediático, ya que están más motivadas con lo que observan y tendrían mayor involucramiento y afán por adecuar sus comportamientos a lo propuesto (Dittmar & Howard, 2004; Gunter et al., 2005). Las niñas de menor edad obtienen puntajes menores en el instrumento, lo que apoyaría la tesis de que la edad puede afectar el impacto mediático de los receptores (Myers & Crowther, 2008; Rivarola, 2003; Tiggemann, 2004; Wykes & Gunter, 2005). Las jóvenes púberes centradas en sí mismas por los cambios físicos experimentados posiblemente estén menos preocupadas por atraer al otro sexo.

Las puntuaciones en OC pueden relacionarse con fenómenos más presentes en sectores populares, como sentimientos de rechazo y vergüenza hacia el cuerpo por sobrepeso (Schwartz & Brownell, 2004; Smolak & Murnen, 2008) y obesidad (Chile, Ministerio de Salud, Pontificia Universidad Católica de Chile & Universidad Alberto Hurtado, 2010; Escobar-Chaves & Anderson, 2008; Haines & Neumark-Sztainer, 2006), asociados con actividad física disminuida, posiblemente por horas dedicadas a la televisión (Behar, 2010; Dides et al., 2008; Olivares, Bustos, Lera & Zelada, 2007; Rodríguez, 2007). La Encuesta Nacional de Salud de Chile 2009-2010 (Chile, Ministerio de Salud et al., 2010) destaca la obesidad como un problema de salud crónico, más prevalente en estratos educacionales bajos, independientemente de la edad. La Encuesta Mundial de Salud Escolar en Chile 2004-2005 (Chile, Ministerio de Salud, Organización Mundial de la Salud, Organización Panamericana de la Salud & Centros Para Control y Prevención de Enfermedades de Atlanta, 2005) destaca las elevadas prevalencias de hábitos alimenticios no saludables y sedentarismo. La televisión contribuye a la obsesión por la delgadez y la apariencia erotizada (Anderson & Pempek, 2005; Dittmar, 2009; Miller & Halberstadt, 2005), al sedentarismo, sobrepeso y sentimientos de insatisfacción corporal (Gerbner et al., 2002). La obesidad y el sobrepeso se han vinculado a autoestima baja y a una necesidad incrementada de aprobación que pudiesen incidir de manera indirecta en la OC. Futuras investigaciones podrían explorar si la OC y DC aumentan la probabilidad de conductas sexuales de riesgo (Fischer, Greitemeyer, Kastenmüller, Vogrincic & Sauer, 2011), de inicio precoz de una vida sexual (Florenzano, 1998). También cobra interés estudiar la relación entre peso o posible obesidad y OC.

Otro hallazgo es que las niñas de colegios religiosos femeninos puntúan más bajo en la dimensión OC. Sería interesante analizar si el proyecto educativo y su ideario (religioso) pueden constituirse en factores protectores, por la enseñanza del cuidado y el valor atribuido al cuerpo de la mujer en contextos educativos femeninos (Shah & Conchar, 2009). Hirmas, González, Aranda y González (2008) concluyeron que existe una relación entre tipo de conducta sexual femenina y participación en actividades de culto asociadas a creencias religiosas, comportamiento sexual responsable, autoeficacia y asertividad sexual. Es tarea irresuelta comprender la naturaleza y la enseñanza de valores de los proyectos educativos y la participación en creencias religiosas (APA, 2007), que, tal como el planteamiento feminista, abogan por el cuidado del cuerpo femenino y se rebelan de que sea presentado como un objeto (Castilla & Cortázar, 1997; Myers & Crowther, 2007). Queda pendiente la realización de estudios longitudinales para estudiar la validez predictiva de los hallazgos (Cash & Pruzinsky, 2002).

El tipo de muestreo fue una limitación. Replicar este estudio con muestras probabilísticas estratificadas, por ejemplo, por tipo de colegio, permitiría generalizar estos resultados. Haber considerado solo el NSE de la institución escolar es otra restricción. Convendría evaluar el NSE de cada alumna con una escala como la de Graffar (Álvarez, Muzzo & Ivanovic, 1985).

Sería relevante relacionar el impacto de las imágenes femeninas en los medios con características idiosincráticas de las adolescentes, como autoestima e identidad, además de asociar el IMAMIF con otros instrumentos que miden niveles de internalización del ideal corporal presentados por los medios, como el Sociocultural Attitudes Toward Appearance Questionnaire, SATAQ (Thompson, van den Berg, Roehrig, Guarda & Heinberg, 2004), y desarrollar estudios prospectivos sobre estos fenómenos.

Pocos estudios presentan una nula asociación entre influjo de los medios e imagen corporal femenina. No hay evidencia unívoca sobre cuál es el constructo relacionado con la imagen corporal más fuertemente vinculado con la exposición a los medios, por lo que señalarlos como los principales responsables de los cambios actitudinales y comportamentales de las jóvenes (Wykes & Gunter, 2005) sería reductivo. Empero, hay consenso sobre la asociación entre belleza, delgadez, sensualidad, éxito, popularidad, amor y felicidad (Grabe et al., 2008) y acerca de que las variables de personalidad, importancia atribuida al cuerpo, imagen corporal y los sentimientos asociados son factores que regulan este impacto. Los estudios del efecto medial sobre la imagen corporal han aumentado; sin embargo, falta profundizar en estos fenómenos centrales del discurso cultural occidental actual en torno a la mujer. Se requiere mayor investigación acerca del tipo de medios, contenido de los mensajes y horas de exposición que afectan a las adolescentes, así como de los dilemas éticos asociados a la edición digital de las imágenes presentadas (Reaves, Hitchon, Park & Yun, 2004). El impacto de los medios y su efecto sobre las audiencias es insoslayable (Morales, 1994). Los mensajes propuestos y cultivados por ellos debiesen convertirse en fuerzas positivas que contribuyan al ideal femenino realista (Brown & Witherspoon, 2002).

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Este trabajo ha sido elaborado en el marco del proyecto de investigación PSI-009, El impacto sobre adolescentesmujeres de las imágenes femeninas presentadas por los medios de comunicación, financiado por el Fondo de Ayuda a la Investigación de la Universidad de los Andes.

 

María Elena Larrain, Montserrat Arrieta, Yasna Orellana y Beatriz Zegers, Escuela de Psicología, Universidad de los Andes, Santiago, Chile.

La correspondencia relativa a este artículo debe ser dirigida a María Elena Larrain, Escuela de Psicología, Universidad de los Andes, San Carlos de Apoquindo 2200, Las Condes, Santiago, Chile. E-mail: mlarrain@uandes.cl


Artigo original:

http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-22282013000100003&lng=es&nrm=iso&tlng=es

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